miércoles, julio 27, 2005

Recordando viejas publicaciones . 1

A finales de agosto del 2003 aparecía en Urbys un nuevo bar. Urbys es una ciudad virtual -fundada por Víctor Conde-, sección fija de la página Axxón, donde cada uno se elige un bloque de la ciudad y edifica sobre él una idea, un cuento, una historia que contar.
Esta se situa en el Bar Dyson y relata las vivencias de un joven llamado Fernando, aquel insignificante humano alado que fue inmensamente feliz. Comienza de la siguiente manera:
Tenía veinte años cuando comenzó todo. Como la mayoría de los jóvenes de esa edad, pensé que ya había visto todo lo conocido hasta el momento, que había vivido todas las historias y que el resto de mi vida sólo serían variantes de lo que ya había experimentado. También sabía que estaba equivocado.

Aquella noche me encontraba, como casi siempre, en el bar Dyson, tomando unas cervezas con mis dos mejores amigos. Era nuestro lugar favorito porque nos quedaba cerca a los tres, nunca cerraba y había buenas mujeres. Casualmente habíamos tenido suerte con tres forasteras y habíamos arreglado para ir a pasar el día siguiente en el río. Las horas se pasaron volando y cuando me quise dar cuenta estábamos en la puerta del bar, despidiéndonos. Las chicas se habían ido antes y mis dos amigos vivían hacia el norte, por lo que me tenía que ir solo para mi casa. No llegué a dar diez pasos cuando me di cuenta de que había visto algo muy extraño: al lado del bar había un callejón. En su lugar debía estar la farmacia, que sorprendentemente estaba, pero al otro lado del callejón. Hice foco con los ojos y me acerqué para corroborar si lo que veía era cierto. Giré para donde se habían ido mis amigos, con la mano en alto y la boca abierta, pero no llegué a gritarles porque ya habían doblado en la esquina. Seguí girando y buscando a alguien para mostrarle lo que había descubierto, pero no vi a nadie en toda la calle. Lo que tenía frente a mí era simplemente imposible, como si hubieran cortado la cuadra en dos y en el corte hubiese aparecido este callejón. Sólo había una cosa por hacer y esa cosa era entrar [...]