viernes, agosto 12, 2005

Mis Bromoleos (primera parte)

Mis Bromoleos

¿Broqué?

Mis bebés, ¡los encontré!. Siempre los tuve a mano (mis bromoleos físicos), a donde me mudo los llevo, son mis pequeñas obras de arte (bueno, no es para tanto che), y ahora los encontré en formato digital, aquellos archivos que escanié hace tanto. Encontré mis preciados Bromoleos.
¿Es un dibujo? ¿Es una foto? ¿Es un avión? ¡No! ¡Es un Bromoleo!
Enero del 2001. Mi primo Sergio vuelve de EEUU con algo que le encargué: una cámara de fotos. Le dije que compre algo más o menos, pero que no gaste mucho. Me vino con una Reflex. Me pareció demasiado, pero esa decisión que tomó en contra de lo que yo quería en ese momento, marcó un nuevo rumbo en varios aspectos y gustos de mi vida. Ahí empecé a conocer la Fotografía.
Unos meses después emprendí el viaje que debía ser obligatorio para todos las personas de entre 18 y 23 años: una aventura de mochilero por Europa. Volví con la cabeza partida al medio y con 15 rollos de fotos.
Pasada ya la mitad del 2001 decidí que eso no podía seguir así: tenía que aprender fotografía, de verdad. Me anoté en los cursos de fotografía de la Universidad de Buenos Aires, dictados en la Ciudad Universitaria. Tuve la gran fortuna de ser instruido por un excelente maestro: Daniel Tubio. Antes de pasados los tres meses ya tenía armado en el fondo de mi casa mi primitivo pero encantador laboratorio fotográfico. Le compré a Pei la ampliadora, una reliquia hermosa marca Leitz (prima hermana de Leica), conseguí un par de cajones de carnicero (bateas de revelado) y algunos utencillos más y todo listo, a revelar. El laboratorio no estuvo en funcionamiento muchos meses y su cosecha fue escasa pero debo aclarar, productiva.
Mi descubrimiento del bromoleo fue en el citado curso de fotografía. Una de las clases fue especial porque era una presentación de las obras de los tres profesores que daban el curso de introducción a la fotografía. Daniel Tubio presentó sus fotografías estenopéicas (de las que algún día hablaré), Augusto Zanela presentó sus increíbles anamorfías (de las que algún día hablaré) y por último, el tercer profesor presentó también sus obras. Como notarán, no recuerdo su nombre. Y como no podía ser de otra manera, fue algo que él mostro lo que más me impresionó en toda la clase. Mientras explicaba cómo había empezado en la fotografía, nos enseñó algunas fotos de su tío, allá por las primeras décadas del siglo XX, pero hubo una que despertó notoriamente mi atención (y la de muchos otros alumnos). Algunos preguntaron ¿Es eso una foto?, atónitos. Sí, es un bromoleo, respondió con tranquilidad el fotógrafo anónimo. Y siguió con sus proyecciones. Llegué a casa y tras una consulta al Dr. Know supe con certeza que era algo que tenía que hacer, o al menos intentar.
Pasaron las semanas y cuanto más averiguaba más se complicaba el asunto. No sólo era difícil a nivel técnico, sino que había muy poca información sobre el tema y los materiales eran casi imposibles de conseguir. Llegó el final del curso y el veranito de fin de año y no fue hasta el siguiente, el 2002, que lo conseguí.

Pero esa es otra historia.

Ah no, es la misma. Bueno, entónces la sigo en las dos siguientes partes de Mis Bromoleos:

Parte dos: ¿qué diantres es un bromoleo y cómo se hace?
Parte tres: Mis Bromoleos. Obras y explicación detallada de cada una.

7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Qué diántres es un Bromoleo y qué coño es diantres?!
Estamos ansiosos (Yo y todas mis personalidades) no nos dejes en suspenso o lo busco en google.

2:14 p. m.  
Blogger Alejandro Moia said...

Si hacés click sobre el link de Dr. Know vas a ver. Sino, esperá hasta el martes porque este fin de semana largo me voy a San Felices de los Gallegos (sí, algún día también hablaré de ese hermoso lugar)

2:17 p. m.  
Blogger Alejandro Moia said...

Cuá. Los chistes fáciles a la orden del día. Ahora por eso, no escribo nada hasta el martes a la noche.

4:40 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Entre el bromóleo de la cabeza de Laoconte y la Divina Comedia, me ha surgido la duda. A dónde nos hubiera confinado Dante a los que en vida hemos robado imágenes por la sola condición de tratar que otros vean las cosas de la forma que nosotros las vemos. ¿Por qué lo hacemos? Más egoísmo, no. Quizás miedo a no ser comprendidos, tampoco. Creo que de alguna forma es simplemente caer en el pecado de Prometeo; pero no somos dioses, entonces no podemos inmortalizar lo efímero.

9:12 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

La gran siete Pablo! diría mi abuela coca... Y pienso yo mientras liquido la última pepa de un gran paquete que no compartí con nadie.
Yo los vi un día, sepanlon. Y son preciosos.
Alemo, transformalos en mito urbano y que todos se queden calentitos los panchos.
Escena, velatorio, el gordo casero y capusotto están sentados uno a cada lado del cajón. Entra alguien, pregunta "son amigos? parientes?". Ellos responden "no somos nada..."

9:32 p. m.  
Blogger Alejandro Moia said...

Pablo: te dije que cuando volviese del cine iba a releer tu comentario porque era muy profundo y necesitaba tiempo para asimilarlo. No pude todavía, así que no sé qué responderte.

Panda: ¿no era que odiabas los blogs? Igual gracias por acercarte a este, una y otra vez. La semana que viene los pongo acá (los bromo'), promesa.

1:05 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Santos bromóleos, Batman!
Por fin veo lo que se podía hacer con la maldita ampliadora (que tantas peleas generó con mi padre el habértela vendido!) ESPECTACULAR!

Habrás visto que me dedico un poco a la fotografía digital, con algunas realmente Xtremas (El laser en los ojos hace mal!)

Estoy por adquirir una LOMO que hace cosas raras con el flash, ya te mandaré los resultados.

Saludos!

5:09 a. m.  

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